Saber perder.
Escribimos estas líneas pocas horas después que Usain Bolt corriera por última vez los 100 metros. Tras más de una década de dominio absoluto. Fue en Londres en el Mundial de Atletismo, en el mismo escenario donde hace 5 años apabulló a sus rivales. Esta vez el público era consciente que estaba ante un momento histórico. El atleta de la eterna sonrisa, el que ganaba y batía récords con aparente facilidad, se plantaba en los tacos para afrontar el hectómetro que ha marcado su vida. De aquí la importancia a preparar la retirada para saber perder, si eso ocurre.
El jamaicano salió “tarde y algo lento”, cosa que nos tenía acostumbrados. Pero habíamos visto tantas veces la misma escena que los aficionados estamos convencidos que remontaría y que incluso llegando primero algo apurado nos dedicaría algún guiño. Pero no, esta vez no pudo ser. “El villano Gatlin” llegó antes. La decepción se convirtió en orgullo por haber podido disfrutar de él. Inmediatamente todo el público, incluido el americano rindieron los máximos honores al que ha sido el mejor velocista de toda la historia. Sabiendo que eran sus últimos momentos sobre un tartán.
Sucedió con otras superestrellas como Michael Jordan, Induráin, o Michael Phelps, o está empezando a ocurrir con Nadal y Federer, cuando el adiós se acerca. Se manifiesta en no lograr lo que casi todo el mundo da por hecho, ganar apabullando al rival.
Estos deportistas han conseguido aglutinar mucha admiración de tanta gente de alrededor del globo. Han logrando trascender, más allá de las victorias, por el cómo lo hace, por los valores personales que proyecta y por una actitud hacia la vida. Entonces el deportista se ha convertido en algo más, es y será una leyenda, un icono mundial. Nos damos aún más cuenta de ello cuando empieza la inevitable cuesta abajo de toda carrera deportiva (hay una posibilidad de perder). La sensación que se genera a su alrededor es de tristeza y nostalgia, nunca de enfado, algo muy habitual al llegar las derrotas. Principalmente porque se entiende que, como en otros ámbitos de la vida, aunque lo hayas dado y logrado todo, no se puede estar en la cumbre eternamente.
Para afrontar la retirada, independientemente del éxito acumulado, es muy importante preparar psicológicamente esta etapa. Pues aquello que les identifica y marca su personalidad, el deporte, se va alejando y el deportista se pregunta qué hacer el resto de su vida. Algo que no es nada fácil empezar, pues esto sucede alrededor de la cuarta década de vida, cuando casi todo el mundo a tu alrededor la tiene encaminada.
Desde Psicólogos del Deporte Online animamos a que al igual que se realiza este tipo de preparación para alcanzar el máximo rendimiento deportivo; también se lleve a cabo a lo largo de la carrera profesional la preparación del día después de la retirada deportiva. Puesto que por lejana que parezca, llegará.